Las formas naturalistas eran la base de inspiración para Lalique, ya que con ellas podía desarrollar su pasión por las gemas y los metales, combinándolos y consiguiendo con ello algunos símbolos referentes de su joyería. Tal fue el caso de los esmaltes opalescentes; los colores ópalos eran muy poco usados en esmaltes, ya que la gama cromática que ofrecen es muy reducida, oscilando entre el azul y el verde. De modo que estos particulares esmaltes se convirtieron en un rasgo distintivo de la joyería de Lalique, siendo junto con Fouquet uno de los pocos joyeros de la época que empleó esta técnica.
Collar. René Lalique. c. 1900. Oro, esmalte ópalo y amatista.
Las piezas creadas por Lalique buscaban una estilización de las formas, y se movían en un mundo fantástico donde las piedras y los metales podían crearlo todo. Ello queda presente en una de sus joyas más famosas: el broche de la mujer libélula.
Mujer Libélula. René Lalique. c. 1899. Oro, esmalte, piedras. Museu Calouste Gulbenkian, Lisboa.
Las figuras femeninas metamorfoseadas con partes de insectos, se convertirían en un tema recurrente en la joyería art nouveau, y René Lalique fue un claro ejemplo de esta temática. Esta pieza se exhibió en la Exposición Universal de París de 1900 y despertó un gran interés en el público, demostrando que Lalique podía crear piezas de gran refinamiento, apatas tanto para ser expuestas, como para ser lucidas, tal como haría la actriz Sarah Bernhardt con este broche.
En torno a 1900 los insectos se habían convertido en un distintivo de la joyería de Lalique, y libélulas, escarabajos o mariposas se encontraban entre sus creaciones. Pájaros y seres marinos también eran recurrentes en sus obras, siendo todas estas criaturas perfectas para reflejar a través de ellas la luz y el naturalismo que proporcionaban las piedras y los esmaltes.
Broche. René Lalique. c. 1902. Oro, ópalo, perla de oriente, esmalte.
También en la exposición Universal de 1900 se expondría una de las piezas clave de la carrera de Lalique, un broche con forma de serpiente.
Broche serpiente. René Lalique. c. 1899. Oro y esmalte. Museu Calouste Gulbenkian, Lisboa.
Este broche ya no muestra la cara dulce de flores y animales, si no que ofrece un lado más oscuro de la naturaleza, menos amable y poco común en la joyería art nouveau. La serpiente de nueve cabezas, juega con los contrastes claroscuristas que ofrece el esmalte, con lo cual se logra una gran sensación de viveza. Además, es una pieza con ciertas reminiscencias al pasado, asociada con la mitología e imbuida de un mundo de fantasía, ya sea alegre u oscuro, del que el XIX se hizo eco.
Más información: RHEIMS, Maurice. Jewelry, The Flowering of Art Nouveau. Thames and Hudson, Londres.
genial
ResponderEliminarQue hermosas piezas, yo por aquí encontré un blog https://www.joya.life/blog/espectacular-joyeria-art-nouveau/ que brinda aun más información sobre la espectacular joyería del art nouveau
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